MI CUÑADO ANTONIO…
A hostias limpias
Este cuñado mío, Antonio, es un figura. No había salido del ascensor, cuando ya me estaba censurando a voz en grito: “¡Como siempre!, ¡ya estáis como siempre!: ¡A hostias limpias! ¿Pero es que no sabéis hacer otra cosa? ¿Pero es que la izquierda, esa que decís representar, no puede enterrar el hacha de guerra? ¿O es que la hoz y el martillo, en vez de ser herramientas, ahora solo sirven para rebanar y machacar al igual? ¿Dónde está esa Izquierda Unida? O mejor digo “Desunida”, como machaconamente repiten los de la Casa común. ¡No tenéis remedio…!”.
- A ver Antonio, ¿qué te pasa?, ¿por qué estás tan enfadado?
- Pues porque que ya estáis como siempre, a golpes y a porrazos… No sabéis disfrutar de lo que tenéis y así os va, claro…
- Pero por qué dices eso, de dónde te sacas que estamos a hostias limpias.
- ¿Que de dónde me lo saco?, ¿que de dónde?..., pero ¿tú no lees los periódicos?
- Vamos a ver, Antonio, no seas de tu tierra, no seas pardillo. La prensa busca la polémica, la colisión… Es normal que se haga eco de cualquier desavenencia que haya dentro de los partidos, máxime ahora que disfrutamos de una posición decisiva en la Asamblea de Extremadura.
- Sí, pero lo vuestro más que enfrentamiento parece una guerra civil.
- ¡Anda ya, no seas exagerado! Es cierto que ha habido más de un exabrupto que ha salido a la luz pública, algún que otro insulto… Pero eso pasa en todas las familias… Siempre hay alguno que no mide sus palabras. Si hasta la familia real ha acusado a uno de sus miembros de poco ejemplar cuando todavía no se le ha imputado de delito alguno. En todas las familias, en todos los sindicatos, organizaciones empresariales, cofradías, juntas directivas de ONG’S etc., etc., hay encontronazos y discusiones. Y, por supuesto, también en las formaciones políticas. Eso sí, en este sentido, hay una diferencia entre Izquierda Unida y los demás partidos. Y la diferencia es que en IU nos da lo mismo ejercer cargo público o no para decir lo que pensamos. Como nadie se lleva un duro a casa, nadie se ve obligado a callar lo que le parece injusto o arbitrario. No somos como los dirigentes o cuadros de los demás partidos, que se quejan de la poca democracia interna o de la deriva de sus organizaciones solo cuando han sido apartados de la cúpula. No, nosotros no escondemos nuestras miserias… Miserias, por otro lado, que todo el mundo tiene, ya te lo he dicho. ¿Que todo eso debe ser resuelto en las instancias internas de la organización? Lo admito. Pero también es cierto que, a veces, esas instancias no son suficientes o son poco efectivas. Ahí es donde hay que trabajar, en la eficacia y eficiencia de la organización a nivel interno, para que el debate político –o discusión o enfrentamiento, si lo prefieres- no salgan de nuestras cuatro paredes… Pero, por lo demás, no te apures, cuñao, que la sangre no va a llegar al río…
-¡Uf!, pues menos mal, porque por poco me enzarzo con uno por querer defenderos…
- ¡Ole!, este es mi cuñao… Dame un beso…
- Ya te gustaría a ti. Yo preocupado y tú de cachondeo. ¡Anda, vete a hacer puñetas!
Y se fue.
Felipe Cabezas Granado
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