REGATE EN CORTO
Los dos proyectos de Ley presentados al Parlamento Regional por vía de urgencia- uno sobre medidas de contención del gasto y otro con medidas tributarias- son las dos caras de una misma moneda y tienen una única finalidad: conseguir el objetivo de reducir el déficit público y alcanzar la estabilidad presupuestaria.
Estas medidas (recortes en gasto público e incremento de la presión fiscal al conjunto de la población) apuntan -y no hay que ser Krugman para advertirlo- a la reducción de la actividad económica regional, lo que a su vez deprimirá, aún más, nuestro tejido productivo, aumentando el desempleo y minorando la renta familiar disponible.
Recomiendo la lectura del Dictamen del Consejo Económico y Social de Extremadura. Basta para darse cuenta de la inoperancia de los dos proyectos. Hasta el Consejo Consultivo habla de “deficiente técnica normativa”.
Pero las lágrimas del Consejero de Economía y Hacienda no van a llegar al Guadiana cuando la Asamblea de Extremadura tumbe el proyecto de ley de contención de gastos. El grueso de los recortes no está en este proyecto. Están en la aplicación drástica que el Gobierno regional hace de la normativa básica estatal del Gobierno de Rajoy, aprobada mediante decretos-leyes de dudosa constitucionalidad. En la Asamblea estos proyectos son un baile de salón en el que unos juegan a demócratas y otros a ser oposición.
La reducción sustancial del gasto vendrá de la no contratación de interinos en educación, motivada por el aumento de la carga lectiva; y por la reducción considerable de las contrataciones interinas y de refuerzo en el ámbito sanitario, que ya no serán necesarias al incrementar la jornada laboral en el sector público. Sólo con estos recortes ya se queda a gusto el consejero. Además podrá añadir lo que “arañe” en la reducción de becas, el incremento de las tasas universitarias, el copago farmacéutico de los pensionistas, etc.
Por lo que respecta al incremento de los ingresos públicos, dos medidas se aplican a generar gravámenes a consumos inelásticos que afectan a toda la población: el céntimo sanitario de los combustibles -en realidad casi 5 céntimos por litro- y el canon de saneamiento. Este canon pretende recaudar 30 millones de euros aplicando una subida de 2 euros mensuales al recibo del agua. Subida que hay que añadir a las que se han practicado en las tarifas de consumo de la gran mayoría de ayuntamientos de la región. Este tributo se convierte en un monumento a la desigualdad, por mucho que quieran dulcificarlo diciendo que podrán recuperarlo -pagando previamente- los parados de larga duración y los que tengan pensiones no contributivas. Todos los demás, familias y pensionistas, tendrán que abonarlo.
Como afirma el Consejo Económico y Social en su dictamen, el mayor crecimiento de los ingresos se producirá a través de un proceso de crecimiento y creación de empleo y no imponiendo mayor presión fiscal a las empresas, a las familias y a los trabajadores. Sólo la creación de empleo será la palanca que nos hará salir de esta espiral envenenada.
El filósofo italiano Norberto Bobbio afirmaba que derecha e izquierda son dos formas de afrontar las necesidades de la sociedad. Decía que si algo define a la izquierda es la perseguida igualdad, a la que la derecha antepone la libertad, sin que esto signifique que uno y otro lado del tándem ideológico desechen la otra, pero sí su predominio. La idea predominante en ambos proyectos de ley no es precisamente la igualdad.
El programa de Izquierda Unida es contrario a una política tributaria basada en la recaudación a través de impuestos indirectos, porque produce desigualdad: los impuestos indirectos suponen, de facto, recortes en el poder adquisitivo de la población. Ambos proyectos de ley merecen nuestro rechazo. Forman parte de un ideario que no es el nuestro, de unas políticas que no son las nuestras, prolegómeno de lo que vendrá en octubre con el próximo proyecto de presupuestos regionales para 2013.
Eurocopa. Si la actual dirección de Izquierda Unida intenta “regatear en corto” (ver diccionario RAE) en este ámbito, corre el riesgo de perder la orientación del juego o, en este caso, de su programa (lógicamente el ámbito del “regate/regateo” debe venir marcado por el programa). Izquierda Unida tiene que saber jugar levantando la mirada y darse cuenta de que, a veces, la mejor jugada es pasar el balón, o tirar a puerta…, pero sin equivocarse de portería.
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