El impuesto de sucesiones y donaciones está cedido totalmente a las Comunidades Autónomas y son éstas las que establecen los coeficientes o porcentajes que se aplican sobre la cantidad que se transfiere para determinar lo que se pagará a Hacienda.
A las cantidades en las que consisten las donaciones, las herencias y los legados que se dan entre las personas físicas se les aplican esos coeficientes. Después, todo esto se ordena en unas tablas en función del grado de parentesco de los que intervienen en la operación. A mayor lejanía de parentesco más se paga, y al revés.
Este impuesto es un impuesto justo porque hace que la riqueza se pueda repartir, por dos razones principales:
1. Porque de cada herencia, legado o donación, un porcentaje va a parar a la Hacienda Pública, o sea a toda la gente. Así al tener más ingresos, la Comunidad Autónoma puede hacer frente a los gastos que cuestan los servicios para todos, como hospitales, médicos o escuelas, institutos, universidades y profesores.
2. Porque funciona como dice la Constitución. Esto se llama progresividad de los tributos, y significa que cada uno paga con arreglo a lo que tiene.
A parte de esto, hay que tener en cuenta que la herencia es una más de las injusticias que hay porque perpetúa el que siga habiendo pobres y ricos y además cada vez mayor número de pobres mucho más pobres y cada vez menos ricos mucho más ricos...
Por todo esto y como la herencia viene blindada en la Constitución, cosa que respetamos, hay que procurar corregir el que cada vez haya más pobres que es lo que pasa cuando los ricos son cada vez mucho más ricos, en la medida de lo posible.
Desde nuestro punto de vista y hablando de impuestos, esto se consigue sacando leyes y normas dirigidas a lo siguiente y para el conjunto de todos los impuestos que configuran un sistema completo que se llama Sistema Fiscal:
En cuanto a los que se denominan impuestos directos, es preciso garantizar que sigan existiendo los impuestos sobre los ingresos de cada uno y sobre la posesión de riquezas. ¡Ojo! que tener una hipoteca no es riqueza, una hipoteca es una deuda con el banco. Un coche tampoco es riqueza. Un coche con el tiempo es chatarra.
Entre estos impuestos hay que mantener el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, el del Patrimonio y el de Bienes Inmuebles. También el de “rodaje” (“Impuesto sobre los vehículos de Tracción Mecánica”, se llama) y el de Transmisiones, subir el tipo del Impuesto de Sociedades poniéndolo otra vez en el 35% y el IRPF que afecta a los ingresos de las personas físicas. Todos ellos aseguran una mayor distribución de la riqueza.
También hay que conseguir que los porcentajes que se aplican sobre la cantidad total que va a tributar vayan, igual que esas cantidades, de menor a mayor. De esta forma si son cantidades pequeñas el coeficiente que se aplica es menor que cuando las cantidades son mayores a las que se aplican coeficientes mayores.
Debería verse la posibilidad de poner una norma para que determinadas personas no paguen ningún impuesto, como los parados de larga duración, las personas que no tienen ingresos o con ingresos bajos, las mujeres maltratadas, etcétera. Estas personas estarían no sujetas a tener que pagar el o los impuestos que se determinasen. En justicia social distributiva en realidad a estas personas hay que proporcionarles unos ingresos mínimos garantizados o sea una renta para poder vivir o un salario social.
Por otra parte, los impuestos indirectos van en función del bien o servicio por el que se va a pagar a Hacienda. Habría que volver a poner el impuesto sobre el lujo que se quitó cuando entró el IVA en 1986, y también disminuir los relacionados con las necesidades básicas de las personas o las familias como el IVA.
Asimismo sabemos que algunos impuestos la gente los acepta sin problemas. Como por ejemplo el IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles): el dueño de la casa o de la parcela acepta con naturalidad que tiene que pagar el recibo anual de la contribución, o el impuesto de rodaje (Impuesto de Circulación de Vehículos). Igual pasa con el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones. La gente tiene una mayor “conciencia fiscal” en estos casos, y así seguiría siendo. Pero existe una campaña para quitar este impuesto de sucesiones puesta en marcha por los ricos y los que tienen muchas propiedades.
Todo esto es distinto del caso de los impuestos indirectos. Con estos impuestos la gente no se da cuenta de que está pagando el impuesto. Esto es injusto. Pero además hay que sumar otra injusticia, que es la de que todos pagan lo mismo por cosas iguales. Esto se llama sistema regresivo. Es decir, no sólo no sabemos que estamos pagando, sino que tampoco nos damos cuenta de que a unos les sale más caro que a otros pagar el mismo dinero por la misma cosa, porque unos son más ricos y otros más pobres. El caso típico de esto es el IVA.
Después de todo lo dicho creemos que el Impuesto de Sucesiones y Donaciones es un impuesto clave y fundamental en el sistema fiscal que no debe ser suprimido y hay que exigirle al Gobierno central que ponga unos coeficientes iguales y mínimos sin que se puedan bajar más en todas las Comunidades para impedir que ellas compitan entre sí. Lo dicho está en la línea de lo que se llama armonización fiscal.
Y esto lo decimos para evitar lo que pasa en la práctica y que lleva a posturas extremistas que dicen que hay que eliminar el impuesto, poniendo la excusa de que las grandes fortunas, como las empresas familiares, se irán de nuestra región a otra si no se les quita el impuesto.
Constantino Gutiérrez Barbarrusa. Abogado. Pablo Paz Corbelle. Economista.
Militantes de la Asamblea Local de IU Badajoz.
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